lunes, 3 de diciembre de 2007

España llevará a cabo 20 investigaciones sobre cambio climático en la Antártida

El cambio climático y su impacto en los ecosistemas de la Antártida centrarán la campaña científica española en el continente helado. Durante estos días culminan los trabajos para preparar las instalaciones, calibrar los aparatos de medición y análisis y comprobar una vez más que la logística funciona, para que más de un centenar de investigadores y técnicos puedan trabajar y vivir en las duras condiciones ambientales del polo Sur.

Desde hace ya cinco días tres investigadores, al frente de otros tantos estudios, se encuentran trabajando en la isla Livingston, en la base Juan Carlos I. Previamente la Unidad de Tecnología Marina del CSIC, llegada en el buque oceanográfico de la Armada Las Palmas, había desembarcado para poner en marcha la base, que permanece cerrada nueve meses al año.

Este equipo se encontró con una situación de mucho frío y hielo y casi dos metros de nieve, algo que no había ocurrido hasta el momento. Despejar los caminos entre las instalaciones, habilitar los accesos desde la playa, arrancar los motores de generación eléctrica y el repaso de todas las instalaciones ha llevado más tiempo de lo previsto.

En la misma situación meteorológica se ha encontrado la base Gabriel de Castilla, del Ejército de Tierra, situada en la isla Decepción, con los consiguientes retrasos. «Tras realizar la monitorización de la actividad volcánica de la isla, se ha comprobado que era baja, por lo que ya hay seis científicos en tierra poniendo en marcha sus primeros trabajos», confirmó a EL MUNDO desde Usuhaia, Argentina, Margarita Yela, gestora del Programa de Investigación del Año Polar, del Ministerio de Educación y Ciencia.

El grueso de los demás equipos empezarán a trasladarse vía aérea desde Punta Arenas hasta una base chilena que cuenta con una pista de aterrizaje en la Península Antártica a partir del día 8 de diciembre, según Yela.

Las últimas noticias sobre la mancha de petróleo procedente del naufragio del barco turístico Explorer indican que podría afectar a una colonia de pingüinos cercana a la zona del hundimiento. Sin embargo, se descarta que pueda llegar hasta la península Antártica, donde se encuentran un gran número de bases científicas internacionales, incluidas las españolas.

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La Campaña Antártica de nuestro país contempla la realización de 21 investigaciones polares –de las que 18 están centradas en el cambio global– que estudiarán la geología, la oceanografía, la contaminación, la atmósfera, la ecología vegetal en condiciones extremas, las especies amenazadas, los glaciares, los ecosistemas acuáticos, el análisis del ozono y la radiación ultravioleta o el suelo helado.

La misión científica, financiada por el Ministerio de Educación (que ha desembolsado ocho millones de euros) cuenta con la participación del Ministerio de Defensa que da el apoyo logístico al denso programa de investigaciones, que se enmarca en la celebración del Año Polar Internacional. Bajo el lema Ciencia polar, impacto global, 63 países aunarán sus esfuerzos e investigaciones durante dos años para aumentar el conocimiento sobre las zonas polares y las implicaciones del cambio climático a escala planetaria.

La contribución española al Año Polar ya ha tenido su primera parte durante julio y agosto, cuando por primera vez científicos españoles se trasladaron al Ártico, que está viviendo una rápida pérdida de hielo por el calentamiento global.

La misión en la Antártida que comienza en estos días hasta la llegada del invierno austral en marzo, más la campaña de 2008-09 también en el continente blanco, forman parte de los esfuerzos de la comunidad científica por conocer qué pasa con el clima en los polos y sus consecuencias a escala global.

Durante la campaña antártica se cumplirán 20 años de la presencia científica española en aquel continente. En enero de 1988 se instalaron en la isla Livingston los primeros contenedores de la base Juan Carlos I, una instalación que ha ido cobrando mayores dimensiones y capacidad operativa.

Precisamente este año comienzan los estudios de diseño y primeros cambios de una amplia remodelación de las instalaciones deterioradas por el clima extremo durante estas dos décadas. La reforma y ampliación costará 3,5 millones de euros y la base se convertirá en una instalación preparada para albergar proyectos científicos más ambiciosos, respetando los acuerdos de «cero residuos» firmados por todos los países que mantienen bases en la Antártida, que está obligados a llevarse de nuevo toda la basura que generen en sus instalaciones.

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