"La sequía es un asesino lento, pero muy eficaz", advirtió ayer el secretario ejecutivo en funciones de la Convención de la ONU contra la Desertificación, Gregoire de Kalbermatten. Su intervención durante la sesión de apertura de la Octava Conferencia de las Partes de este convenio mundial (COP-8), que se celebrará en Madrid a lo largo de las próximas dos semanas, fue un llamamiento para sacar de la agonía a este acuerdo global: "Ha llegado la hora de que la comunidad internacional busque la herramienta apropiada para hacer frente a estos retos cada vez mayores".
Pasar de la teoría a la acción fue el tema central de todos los discursos que se sucedieron ayer en el Palacio de Congreso en la sesión inaugural. El Príncipe Felipe, que cerró las intervenciones, deseó éxito a los reunidos en la "importante misión renovadora de esta COP-8", haciéndose eco de los objetivos que busca la ONU en esta Cumbre, donde al final de la misma se aprobará una Declaración de Madrid.
El heredero de la Corona afirmó que la desertificación es un fenómeno que "se sufre en todos los continentes", y que hay que poner en marcha "con urgencia y eficacia acciones que eviten la degradación de los ecosistemas". Don Felipe puso de relieve la vinculación entre zonas áridas y pobreza, e hizo un llamamiento para extender los derechos fundamentales al agua de calidad, los alimentos no contaminados o el aire limpio, "con el fin de evitar el desarraigo de los más pobres y la emigración".
Emigrantes ambientales
"España sabe muy bien de qué hablamos: la gente huye de sus países a causa de la desertificación y los que ya viven entre nosotros cuentan lo que dejaron atrás", señaló Cristina Narbona, ministra de Medio Ambiente, refiriéndose al nuevo fenómeno de la emigración por motivos ambientales, que "es un gran desafío de los Derechos Humanos". Es precisamente "el drama humano de la inmigración el que nos debe impulsar al trabajo y a la toma de decisiones", añadió.
Intervención del Príncipe de Asturias (EFE)
La ministra, que como anfitriona ocupa el cargo de presidenta de la COP-8, declaró a EL MUNDO que el objetivo que se ha marcado para las próximas dos semanas es aprobar un Plan de Acción para los próximos 10 años, y poner en marcha mecanismos para converger con otros convenios de la ONU, como el de Cambio Climático y el de Pérdida de la Biodiversidad.
También quiere impulsar la creación de mecanismos financieros que permitan acometer planes y plazos concretos, y pedir contribuciones voluntarias a los países desarrollados, algo inexistente hasta el momento en este Convenio, que se puede considerar el patito feo de los que tres que nacieron tras la Cumbre de Río en 1992.
Es precisamente la falta de contribuciones adicionales de los países ricos lo que llevó ayer a las ONG presentes en la COP-8 a denunciar una situación que genera "desilusión y frustración". "Nos preocupa el pobre nivel de compromiso que muchos países han mostrado en este proceso. Consideramos urgente que esta conferencia sea un punto de inflexión. De no ser así la muerte silenciosa de la misma es inminente", declararon ante el Plenario de la COP-8. Previamente, se habían manifestado tras una pancarta muy explícita: "Una convención sin acción, causa desertificación".
Este fenómeno ambiental afecta a un tercio de las tierras emergidas del planeta. cada año, provoca multitud de víctimas y amenaza a la alimentación de 1.200 millones de personas.
"La desertificación causa más pobreza y compromete los objetivos del Milenio», señaló el alcalde Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. El alcalde señaló que en la ciudad que acoge la COP-8, "se piensa globalmente pero se actúa localmente", y que esa forma de actuar se concreta en un uso eficiente del agua y en el aumento de zonas verdes. "Madrid tiene 50 millones de metros cuadrados de jardines, y en sus calles hay 300.000 árboles", añadió.
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